sábado, 10 de marzo de 2012

CONTRATO DREYFUS Y CORRUPCION EN PERU. PARIS 2011


La verdad sobre la corrupción en el Perú
Dante Bobadilla Ramírez
http://lamula.pe/2011/05/20/la-verdad-sobre-la-corrupcion-en-el-peru/xileone
Leo a muchos jóvenes que hoy publican gracias a las facilidades de la web, y me sorprende las tremendas limitaciones de su perspectiva. Desde luego, muchos de estos chicos bordean los treinta años, o sea, algunos deben haber estado mamando el biberón cuando sucedían todas las cosas sobre las que pretenden escribir. Estos columnistas bisoños creen que la historia del Perú empieza en los 90. Se llenan la boca con la palabrita “corrupción” para señalar a Keiko, quien tiene probablemente la misma edad que ellos. Olvidan estos chicos mal formados y aparentemente torcidos a la izquierda, que sus amigos de esquina representan una historia que carga con casi medio siglo.

Por ejemplo, César Lévano, el combativo director de “La Primera”, órgano oficioso del humalismo, es un viejo comunista cuya historia política empieza en los sesenta. Luego, en la carreta humalista encontramos a mucha gente del velasquismo de los 70, y socialistas electoreros de los ochentas, como Javier Diez Canseco y Manuel Dammert. O sea que la historia que nos cuentan estos chicos del periodismo de webeo es apenas la punta del iceberg. Y ni siquiera eso conocen bien. Por tanto, creo que sería conveniente educarlos un poco y explicarles lo que significa la corrupción en el Perú, para que no vayan achacándole a Keiko un carga que no le corresponde. Más bien deberían mirar a sus costados.

Para cualquiera que haya leído la historia del Perú o vivido en este país los últimos cuarenta años, ese cuento de que el gobierno de Fujimori fue el más corrupto no pasa de ser una propaganda de campaña repetida hasta el cansancio, en una de las campañas más sucias de la historia. Yo diría, como muchos especialistas de medición social, que es un problema de percepción. Y lo es básicamente porque se trata de una corrupción que por primera vez en la historia fue filmada y exhibida en los medios repetidas veces. Pero no vayan a creer que fue la primera vez que se compraron a los medios o a los políticos. De ningún modo. Los medios han estado siempre repletos de propietarios y periodistas ansiosos de negociar sus artes, ya sea ante un club de fútbol, algún dirigente o futbolista, un político, un artista, una empresa o, incluso, ante el gobierno. Montesinos no los inventó. Estaban allí haciendo cola, como siempre. Incluso nuestra literatura los ha retratado. Allí está por ejemplo “El Sinchi”, periodista corrupto que obra en “Pantaleón y las visitadoras”.

La corrupción es un fenómeno social y cultural. No es un estilo de gobierno. Se resalta en el gobierno por la acción de la prensa, pero la corrupción está en todos lados, incluyendo las calles y los barrios. Corrupción es comprar un artículo que se sabe que es robado (sobre todo si lo compras en la Cachina o San Jacinto), sobornar al policía o al funcionario público, robar señal de cable TV, comprar software, libros y películas piratas, evadir y eludir impuestos, etc. Pero también lo es incursionar en la política para ganarse alguito. Un origen claro de corrupción es, desde luego, empeñarse ante grupos de poder para ganar una campaña electoral y llegar a la presidencia sin tener un verdadero partido de soporte. Eso es ya una ventana abierta a la corrupción. ¿Saben de quién hablo? Sí. De Ollanta Humala.

No se puede luchar contra la corrupción si se gana una elección empeñado hasta el cuello, no solo con grupos de poder sino con muchos grupitos políticos que le han prestado el apoyo oportuno para el triunfo, pero que luego pasarán por caja. No se puede luchar contra la corrupción si no se tiene un sólido partido político propio que pueda sustentarlo ante la voracidad de los sectores económicos y políticos que reclamarán su parte del botín, una vez logrado el triunfo. Y ese es precisamente el rabo de paja que tendría Ollanta Humala en el negado caso de ganar.

Pero hablemos de la corrupción en el Perú para educar a estos chicos ollantistas. La corrupción es tan antigua como la mismísima República. El primer gran faenón se dio con los bonos de la independencia, que eran unos papelitos firmados por cualquier militar, cuyo pago le reclamaban al Estado casi todos los habitantes del Perú. En seguida llegó el vergonzoso “Contrato Dreyfus” aprobado por el Congreso Peruano luego que esta casa francesa le aceitara las manos a todos los congresistas, según consta en documentos históricos existentes en los archivos de París. Este fue un caso que comprometió a todo el Congreso peruano en un tremendo acto de corrupción general, y de paso le salpicó al ministro Piérola y al gobierno de Balta. El siguiente gran faenón fue la construcción del ferrocarril a La Oroya, a cargo de un capo de los negociados, el Ing. Henry Meiggs. Su proyecto fue aprobado pese a que triplicaba el costo de la oferta más baja, y pese a que hubo tres ofertas más económicas. Lo más curioso fue que se construyó el ferrocarril más caro del mundo, por la cantidad de obstáculos que se tuvo que vencer, constituyendo toda una proeza de la ingeniería, y todo para ir a ningún lado, pues La Oroya ni siquiera existía. Fue un costosísimo tren a ninguna parte.

Saltemos en la historia para no hacerla larga. Pero no podemos pasar por alto el nefasto Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, dirigido por el dictador Juan Velasco Alvarado. Yo apostaría a que ese sí fue el gobierno más corrupto de toda la historia. Velasco y sus secuaces se apropiaron de todo el poder, incluyendo al Poder Judicial. Nadie, absolutamente nadie fiscalizó jamás a los militares. Ni siquiera la prensa que fue confiscada y sometida gracias a los felones que dirigían los principales diarios por encargo del dictador. Hay varias joyitas de aquel periodismo nefasto arrumados hoy al humalismo. La única fiscalización parcial que se hizo del gobierno de Velasco, fue un tímido intento a cargo de una comisión de la Cámara de Diputados formada en 1980 por un diputado ancashino, para indagar acerca de la gran corrupción que se desató con las donaciones que llegaron de todo el mundo para las víctimas del terremoto de 1970. Ayuda que en su mayor parte nunca llegó a manos de los afectados. El negociado de los Fujimori con la ropa usada donada por el Japón es un chancay de a 0.20 comparado con el tremendo robo de las donaciones a las víctimas del terremoto del 70, a cargo del gobierno de Velasco.

En los años 70 era muy común ver a los militares cargando con todo lo que podían de la ayuda que llegaba a la zona afectada por el sismo en cientos de aviones repletos de frazadas, víveres, carpas, ropa, etc. Las esposas de los generales y coroneles hacían tés para vender las cosas que los soldados les llevaban por encargo de sus maridos. Yo mismo llegué a ver esa felonía colectiva. Cuando comenzó la reconstrucción de Huaraz la mitad del material de construcción era robado por los militares para hacerse sus propias casas. También se pudo ver cómo llegaban los camiones del Ejército cargando material de construcción para las casas de los militares, en los lotes ya trazados de San Borja, en la época en que se desató la fiebre de la construcción de “elefantes blancos”, como el Pentagonito, el horroroso Centro Cívico de Lima, el hoy Museo de la Nación, edificio que se hizo para un recién creado Ministerio de Alimentación que luego desapareció. Hubo muchas construcciones de horrendos edificios que no se utilizaron nunca, como la torre del Seguro Social que todavía pena en la Av. Arenales y que es el símbolo de la incuria y la corrupción del velasquismo.

Recordemos que Velasco incrementó la deuda del Perú diez veces. Gran parte de esa deuda se gastó en ridículos proyectos de construcción absolutamente superfluos y tontamente suntuosos que significaron miles de millones de dólares manejados sin control alguno. Pero más allá de lo que los militares pudieron robar a manos llenas e impunemente durante el velascato, está el hecho nunca negado de que el contrabando era una actividad normal de los aviones del Ejército y los buques de la Armada. Incluso hubo antes del golpe una comisión de Diputados investigando ese tema, en el que estuvo el hoy humalista Héctor Vargas Haya. El golpe de Velasco impidió que esta comisión llegue a formular su informe. Luego esta actividad ilícita del contrabando militar se convirtió en rutina cotidiana.

Paralelamente a la corrupción generalizada del gobierno de Velasco y de toda la casta militar, se dio inicio a la corrupción popular gracias a las nefastas medidas políticas del gobierno velasquista. La entrega de las grandes compañías agroindustriales de la costa peruana a manos de los trabajadores, degeneró en una corruptela jamás vista, de tal magnitud que saquearon todo lo que pudieron llevando a estas empresas a la quiebra más rápido de lo que se pudo imaginar. Lo mismo pasó a nivel social cuando los bancos nacionalizados por Velasco iniciaron sus campañas de préstamos a bajo costo y sin exigencias de garantías. Oleadas de gentes sacaban préstamos de los bancos estatizados y nunca les pagaron un centavo, originando la vergonzosa costumbre popular del “perro muerto” al Estado. Costumbre que se “formalizó” cuando Velasco se dedicó al oprobioso ritual de perdonar las deudas y dar azuetos cada vez que se emocionaba ante una multitud. Ejemplo que luego siguió Alan García en su primer gobierno. Pero lo más grave es que estas mismas ideas están en el proyecto de Gana Perú, alentadas por ex velasquistas como Javier Diez Canseco.

Lástima que Basadre no tuvo tiempo de estudiar esta vergonzosa etapa de la historia nacional. Y francamente no hay estudios de esta etapa que estén al nivel de Basadre. Lo que hay es una mezcla de estudios parcializados y zalameros con el velasquismo, pues este régimen emocionó mucho a los que se formaban entonces en las fuentes idiotizantes del marxismo y del socialismo. Pero en general el gobierno de Velasco fue no solo la ruina política y económica del Perú sino la debacle del Perú como sociedad y como proyecto de país. Nunca hubo tanta corrupción como cuando el Estado se adueñó de todos los resortes de la economía. La corrupción no sólo se extendió a la sociedad que le robaba al Estado, ni a los funcionarios que le robaban al Estado, sino que el Estado mismo se convirtió en ladrón que le robaba al pueblo. El gobierno de Velasco nunca les pagó a los afectados de la Reforma Agraria, se apropió de los fondos del Seguro Social y nunca pagó los aportes de sus trabajadores. Ejemplo que luego sería copiado por Alan García cuando se apropió de los recursos del FONAVI. El “Estado ladrón” y el robo generalizado de tipo hormiga al Estado benefactor fue la cumbre de la corrupción de los gobiernos de izquierda.

A todo esto habría que añadir, como una especie de “sección de amenidades”, algunas estampas típicas del velascato, como por ejemplo los constantes viajes de la esposa del dictador, doña Consuelo, a quien el pueblo llamaba “la novicia voladora” en alusión a una serie de TV de la época, porque paraba volando alrededor del mundo en interminables “misiones diplomáticas”. Como corolario final, una escena digna del “Otoño del patriarca” de García Márquez, fue el matrimonio de la hijita del dictador, que se celebró con la misma pompa que un matrimonio real en la Catedral de Lima, para lo cual los militares cerraron todo el centro de Lima como si fuera su chacra. Todo eso y muchísimo más fue el velascato.

De modo que la historia de la corrupción en el Perú es muy larga. No se vayan a creer el cuento de que el gobierno de Alberto Fujimori fue el más corrupto de la Historia. De ninguna manera. Sólo fue el gobierno en el que la corrupción se documentó en video. Y lo que esos videos prueban es que la corrupción está en la sociedad peruana, entre sus políticos y sus empresarios, como lo está en la gente común y corriente. No es el problema de un gobierno sino que nos pertenece a todos. Por último, hay que mencionar que el gobierno de Alberto Fujimori es el único que ha sido juzgado por corrupción y el único que tiene condenados y presos por corrupción, pero no ha sido el único gobierno donde hubo corrupción ni mucho menos donde hubo la mayor corrupción. Eso es lo que tienen que saber los chicos de hoy antes de escribir sobre corrupción.



.



No hay comentarios: