martes, 23 de septiembre de 2014

Inedia significa "ayuno absoluto"

INEDIA – VIVIR SIN COMER

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Se conoce con el nombre de “Inedia” al ayuno absoluto. Léase bien: Absoluto. En la historia de la humanidad abundan los casos que son completamente “inexplicables” por sus extrañas características. “VIVIR DE LA LUZ” sigue el fenómeno del que sólo unos pocos en el mundo occidental son conscientes.
El documental nos muestra la vida de personas que son capaces de vivir sin comer ni beber, durante semanas, años e incluso décadas; una forma de vida conocida como “Breatharianism” o“Respiracionismo”. La mayoría de la gente afirma que esto no puede ser, que es imposible. “VIVIR DE LA LUZ” nos mostrara, en un viaje sorprendente, con informes científicos, experimentos y con experiencias personales de los protagonistas, que se puede vivir de la luz.
VIVIR DE LA LUZ” no pretende en absoluto motivar a la gente para que deje de comer o probar que el “respiracionismo” funciona en todas las personas. Simplemente pretende que los espectadores se cuestionen por un lado los modelos de pensamiento moderno y por otro, el fondo y los múltiples niveles del discurso científico e ideológico y que consideren nuevos puntos de vista”.

¿Vivir del sol? 
Tiende a creerse que el cuerpo humano no puede resistir sin comer y, sobre todo, sin beber durante mucho tiempo. De hecho, solo parece posible sobrevivir en esas condiciones durante escasas semanas. Sin embargo, se conocen bastantes casos de anacoretas y santos que se mantuvieron vivos durante décadas sin comer ni beber. A este fenómeno místico tan sorprendente se lo ha denominado “Inedia”, término que procede del latín y que significa abstinencia más o menos prolongada de alimentos.

Anorexia mística
Las proezas de algunos anacoretas de los primeros siglos del cristianismo palidecen ante algunos místicos cristianos que vivieron muchos años en inedia total. Curiosamente, la mayoría de los casos más impresionantes se han observado en mujeres. Sin duda, según hace notar el filósofo Aimé Michel, que ha examinado con todo rigor este fenómeno, “en todos los casos(…) siempre parece que la enferma – si hubo enfermedad – estuvo sometida a una dura prueba moral o tiene algún motivo para estar obsesionada por una idea dolorosa (…). Si recordamos que el misticismo consiste en afrontar el dolor deliberadamente, es de esperar que en las vidas de los santos se observen con frecuencia estos ayunos”.
Citaremos solo algunos de los muchos casos recogidos en las fuentes hagiográficas:
Catalina de Siena (8 años de inedia), Catalina de Raconizzio (10 años), Rosa María Andriani (28 años), Luisa Lateau (14 años), Angela de Foligno (12 años), Lidwina de Schiedham (28 años), Domenica del Paradiso (20 años), Isabel von Reute (15 años), Nicolás de Flüe (19 años).
Veamos algunos ejemplos destacados
La santa Catalina de Génova. En el texto Vita e Dottrina di Santa Caterina da Genova (1551) se habla de sus “grandes ayunos”, que duraron desde 1476 hasta 1499. Se detalla que durante tres cuaresmas y el mismo número de advientos no ingirió ningún alimento sólido. Solo bebía ocasionalmente un vaso de agua mezclado con sal y vinagre.
Catalina de Génova


Junto a los citados santos de épocas pasadas, en tiempos más recientes debemos situar a la mística alemana Therese Neumann, cuyos espectaculares estigmas, dotes de clarividencia y sanación también palidecen comparados con su grado de supervivencia en inedia absoluta. Al parecer, tuvo una visión en 1927 en la cual se le comunicaba que nunca más tendría necesidad de alimentos terrenos. Desde entonces dejó de comer y de beber. Lo sorprendente es que, a pesar de ello, no solo no perdió peso, sino que siguió viviendo con relativa normalidad.
Al igual que los otros fenómenos físicos que protagonizó, su inedia fue estudiada por doctores y padres de la iglesia. El obispo de Regensburg pidió al progenitor de Therese que aceptara en su hogar una comisión para que comprobara la naturaleza de aquel ayuno tan prolongado. El señor Neuman accedió y durante dos semanas cuatro monjas permanecieron en su casa observándola constantemente. En ningún momento la dejaban a solas y hasta medían el agua que empleaba para lavarse los dientes con el fin de verificar que no se la tragaba. Therese no solo superó la prueba con éxito, sino que sobrevivió sin comer ni beber durante 35 años.
Así lo expuso en 1967 Johannes Steiner en una biografía sobre Neumann: excepto la hostia y el vino consagrados de la comunión, ningún otro alimento ni bebida rozaron sus labios. Muchos experimentos realizados por diferentes médicos lo confirmaron. Al parecer, dejó de hacer deposiciones después de 1930 y su tracto intestinal literalmente se secó. Así y todo, siguió llevando una vida relativamente activa, al menos desde un punto de vista psíquico, ya que tuvo visiones hasta su muerte en 1962.
Therese Neumann
Sobre la inedia como fenómeno sobrenatural, es decir, cuando se observa una prolongada supervivencia en una persona tras una abstinencia absoluta de muchos años, se ciernen todavía una serie de interrogantes sin resolver: ¿Se trata realmente de un prodigio? El fenómeno se ha observado también en místicos de otras religiones y no por ello se le atribuye un carácter sobrenatural.
En el hinduismo en concreto, más parece un fenómeno natural que divino. Un ejemplo notable que supera sobradamente al de Therese Neumann lo tenemos en la mística hindú Giri Bala. Según describe Paramahansa Yogananda en su Autobiografía de un yogui, tras una visita que le hizo cuando ella tenía 68 años, Bala no había probado ningún alimento sólido ni líquido durante 56 años, es decir, desde que tenía 12 años: “Madre, ¿de qué sirve que te singularices viviendo así, sin alimento?”, le preguntó en voz baja Yogananda. Bala respondió: “Para demostrar que el hombre es espíritu, para demostrar que por el camino hacia Dios el hombre puede aprender a vivir de luz divina y no de alimentos”.
Giri Bala
¿Sentía alguna aversión Giri Bala a los alimentos? 
Es probable, pero acaso no tanta como han experimentado algunas místicas occidentales. Veamos el caso de la tirolesa Domenica Lazzari. Todos los doctores que la estudiaron confirmaron que no comía. Así lo expusieron Lord Shrewsbury en sus Letters of the Earl of Shrewsbury (1847) y el Doctor Dei Cloche, del hospital de Trento, que analizó a la mística durante dos años y publicó los resultados de sus observaciones en los Annali Universali di Medicina (1837). Dei Cloche cuenta que un día consiguió convencer a Domenica de que se dejara en la lengua un terrón de azúcar; pero esta sufrió una crisis de vómitos y convulsiones que le duró veinte minutos. Al parecer, también se desvanecía cuando olía el pan tostado y su rostro de contorsionaba dolorosamente.
Antecedentes similares se encuentran en la beata María d´Oignies, que tampoco soportaba dicho olor; según cuenta el cardenal Jacques de Vitry: “Durante su enfermedad no podía tomar absolutamente nada, ni soportar el olor a pan (…). Un día, tratamos de darle un pedazo de pan sin consagrar, pero volvió la cara al instante, horrorizada por el olor del pan. Una corteza le rozó los dientes y fueron tan grandes el dolor y el malestar que se puso a gritar, a vomitar y a escupir, a jadear y a llorar como si fuera a estallarle el pecho”.
La anorexia es una grave enfermedad de los tiempos modernos fomentada por la Hermandad Babilónica.
Este tipo de aversión al alimento se observa igualmente en las jóvenes anoréxicas no religiosas de nuestro tiempo, pero aunque estas poseen muchos rasgos comunes con las citadas místicas, en las últimas parece ser más una facultad que una capacidad, pues son capaces de elevarse cuando se alimentan de Dios. El ejemplo de Catalina de Siena es magnífico, ya que se contentaba solo con tomar la comunión, según cuenta R. Fawtier en su obra Sainte Catherine de Sienne (1921): “Este alimento celestial no solo mantenía su alma, sino también su cuerpo. Por ello ya no volvió a necesitar alimentos corrientes y todas las tentativas que hacía por consumirlos eran seguidas de grandes sufrimientos”. Tales sufrimientos – si bien “dulces” – aparecen confirmados también en una carta que la santa envió a Raimundo de Capua: “Mi cuerpo subsiste sin alimento alguno, ni siquiera una gota de agua. Estos dulces sufrimientos son muy grandes, nunca sentí nada parecido”. Vivió aproximadamente 8 años sin ingerir alimento de ningún tipo.
Catalina de Siena
Probablemente estas santas alcanzaron el mismo grado de éxtasis y elevación espiritual que los místicos hindúes, pero tal vez no poseían el mismo dominio de las prácticas y procesos naturales que los permitían identificarse con la divinidad sin tantos sufrimientos.
Sadhu Beard
En el ascetismo hindú, la supervivencia del cuerpo tras períodos muy prolongados de inedia no se atribuye a factores sobrenaturales, sino que se considera normal. Lo explican por la adquisición de cierto control del quinto Chakra, el Vishuddha, situado en el hueco de la garganta y en el interior de las vértebras que le corresponden, según se explica en los Yoga Sutras, de Patanjali. Los místicos hindúes llevaban milenios practicando ayunos de estas características cuando los santos católicos los descubrieron. Para el asceta hindú – como para todo el mundo – lo importante es respirar. por eso pueden vivir sin comer ni beber por medio de prácticas y procesos naturales, pero nunca dejan de respirar, aunque sea bajo mínimos.
La mística cristiana Ángela de Foligno, muerta en el 1309, vivió durante 12 años en exactas condiciones. Santa Livinia de Schiedman (1380-1433) no probó alimento durante nada menos que28 años. La bienaventurada Rosa María Andriani (fallecida en 1845) también sobrevivió a la experiencia de la inedia durante 27 añosElizabeth de Reute, otra mística católica, vivió como si nada durante 15 años en los cuales no ingirió ningún sólido ni líquido.
 
Elizabeth de Reute
Y los casos siguen, todos ellos examinados controlados minuciosamente por las autoridades civiles y eclesiásticas de cada época. Ninguno de ellos explicado de manera alguna.
Sigamos. Los magistrados del gobierno y de la iglesia francesa de fines de siglo XV firman un documento que manifiesta de manera textual: “Hacemos saber a todos y a cada uno que Nicolás de Flue, habiendo abandonado a su padre, a su madre, a su mujer y a sus hijos, se retiró a un desiertollamado Raust, en el cual se ha conservado por la gracia de Dios sin comer ni beber durante 18 años y viviendo todavía sanamente en el momento en que esto se escribe y gozando de plena razón; de todo lo cual damos testimonio como lo hemos visto y sabiendo que es verdad”. Nicolás de Flue, luego de esta comprobación y este documento, permaneció aún 2 años más en el desierto (en el que no había de dónde sacar alimento agua) reintegrándose luego, a su vida anterior.
Nicolás de Flue
El Papa Inocencio VII hizo controlar estrictamente el ayuno total de la mística Colombe de Riettidurante, nada más ni nada menos, 20 años.
Luego hay infinidad de casos de personas –todos ellos místicos- que practicaron la inedia varios meses. Si los comparamos con los ejemplos anteriores, parece muy poco, pero razones biológicas indican, obviamente, que no lo es. Se supone que semejantes ayunos son simplemente imposibles. Y, sin embargo, todos están debidamente documentados.
El caso más reciente es el del indio Prahlad Jani, pues según dice ha pasado 70 años sin ingerir alimentos ni beber agua. Este es uno de los casos tratados en el documental “Vivir de la luz”
Prahlad Jani
Sin embargo, la “Defence Research Development Organisation” (DRDO) de la India tenía sus dudas y lo estudió durante 15 días para comprobar si sus funciones fisiológicas no se veían afectadas por este peculiar estilo de vida.
“Todavía no sabemos cómo sobrevive”, afirmó el neurólogo Sudhir Shah, miembro del equipo que trabajó en el experimento. Su organismo no se vio afectado tras estos 15 días, y los resultados de los tests de enzimas, hormonas, genes y metabolismo energético fueron normales. Janide 83 años, volvió a su pueblo en Ambaji, cerca de Gujarat, donde lleva a cabo una rutina de yoga y meditación.






martes, 16 de septiembre de 2014

Perù-Chile, temas que no pierden vigencia

¿Qué pasa con Marco Aurelio Denegri?



En su programa del 9 de julio del 2006, Marco Aurelio Denegri conversaba con Ramón León sobre las relaciones entre peruanos y chilenos. Como muchos lobbistas  prochilenos, el señor León promovía un paralelo e imitación de la relación peruano-chilena a la  franco-alemana, aduciendo que ahora Francia y Alemania mantienen buenas relaciones después de la Segunda Guerra Mundial.
 
Extraña que alguien que se precia de agudo, como Denegri, se haya quedado callado ante esa comparación, no sólo por la agudeza que suele exhibir, sino porque es conocedor de la historia de los conflictos peruano-chilenos. Quien calla otorga. Es una lástima, porque eso no ayuda a formar opinión, sino a distorsionar la realidad.
 
Lo sucedido entre Francia y Alemania no tiene punto de comparación. Lo que hay de común es que en ambos casos hubo un país agresor y un país agredido. Lo demás dista mucho de ser equivalente.
 
En primer lugar, las tropas alemanas ―aunque se trató de una ocupación en parte cruenta― no cometieron los actos de saqueo, pillaje y violación con la población francesa como hicieron los chilenos en su delincuencial accionar en el Perú.
 
Segundo, Alemania había ocupado los territorios de Alsacia y Lorena durante la Segunda Guerra Mundial. Esas tierras eran objeto de la ambición alemana desde 1870, cuando el militar alemán Moltke las ocupó durante la guerra franco-prusiana, pero, al perder los alemanes, dejaron entonces esos territorios. Lo mismo sucedió durante la Primera Guerra Mundial y después durante la segunda.
En cambio, Chile no ha devuelto los territorios de Tarapacá y Arica y ahora usurpa nuestro mar territorial.
En tercer lugar, los alemanes de hoy educan a sus niños ―y a su pueblo en general― enseñándoles que Hitler y su régimen nazi cometieron atrocidades y condenando ese pasado, además, está prohibido realizar apología del nazismo o de Hitler. Por el contrario, los chilenos de hoy enseñan a su pueblo y sus niños que los jefes de la Guerra del Pacífico, tales como Lynch, Baquedano y otros, que comandaron la banda saqueadora y violadora chilena, ¡SON HÉROES! Inclusive tienen monumentos levantados en honor a esos pillos. Sus libros de historia los consideran héroes. Un pueblo así educado lleva dentro una mente delincuencial. No es de extrañar que los chilenos sigan armándose y considerando al Perú un botín, como cuando la turba chilena lo gritó en un partido de fútbol contra el Perú en Chile.
Cierto es que formalmente a esos actos se les llama actos de guerra de invasión, pero ellos correspondieron a la propagación y difusión en Chile ―durante décadas―, de una ideología que tras las crítica a Perú y Bolivia como países desorganizados y corruptos, propugnaban la “purificación” de ambas naciones “enfermas” mediante una guerra de usurpación y despojo que se inició en 1879. Por lo tanto, la Guerra del Pacífico y sus consecuencias reflejan la consumación de una criminal y premeditada conducta delincuencial del país agresor. En todo el mundo, el único militar honorable es el que lucha en defensa de su país, repeliendo una invasión; por el contrario, el militar que invade otro país es un delincuente ante la ley internacional.
 
Caso aparte es el de Pratt. Los chilenos han tenido el atrevimiento de formular al Vaticano un pedido de beatificación de Pratt, quien murió intentando asesinar a Grau. Este personaje, si de verdad hubiese sido santo, debería haberse abstenido de participar en una campaña de usurpación y pillaje. Como sustento del pedido al Vaticano muestran una carta de Grau dirigida a la viuda. Conociendo la caballerosidad de Grau, ¿creen ustedes que él hubiese sido capaz de humillarla en ese momento haciendo alusión a la participación de su esposo en la empresa delincuencial? Obviamente, tenía que haber escrito palabras de consuelo. Por lo tanto, la carta de Grau en esas circunstancias no cambia el hecho de que Pratt apoyó la usurpación y el saqueo.
 
En cuarto lugar, Chile está muy lejos de la altura del pueblo alemán, un pueblo de primer mundo y educado, que es respetuoso de las leyes, que ha ganado limpiamente el primer lugar de potencia europea, no como Chile, que tiene lobbistas que buscan corromper autoridades y penetrar en la prensa peruana para defender sus intereses en contra de los intereses de los peruanos. Y el pueblo peruano está lejos del educado pueblo francés, donde tiene acceso a la buena educación desde el más pobre al más rico, y donde el francés respeta a su patria, y entre los políticos actuales franceses no hay, como en el Perú, políticos hambrientos dispuestos a vender soberanía y riquezas al lobby que más le pague.
 
Teniendo la clase de países que tenemos, no podemos abrazarnos alegremente como lo hacen franceses y alemanes.
 
Es menester que Marco Aurelio Denegri prepare mejor sus programas, puesto que lo visto el día 9 de julio es inexcusable. De igual manera, los intelectuales y periodistas deben ser más cautos al exponer sus ideas.

http://www.connuestroperu.com/actualidad/en-los-medios/876-ique-pasa-con-marco-aurelio-denegri


MADEBEGRI. " el diablo "



"El Diablo", por Marco Aurelio Denegri

Nuestro columnista escribe sobre la apariencia y vida sexual del Diablo medieval. 


El Diablo medieval es la manifestación sincrética de varias fuentes extracristianas
El cuerpo cabruno, las pezuñas hendidas y la cola, todo esto lo heredó el Diablo del dios griego Pan y de los duendes germanos del bosque y de la cabra sagrada consagrada a Thor, que es el dios guerrero escandinavo. De Thor heredó también la barba roja y el mal olor, que a su vez, como se sabe, es atributo caprino. Además, tenía naturalmente cuernos, y, cosa curiosa, cojeaba, minusvalía que, según entiendo, se la endilgaron para rebajarlo.
El Diablo era generalmente negro y los sacrificios y ofrendas que se le tributaban debían ser también de ese color. Nicolás Remy, demonólogo importante del siglo XVI, manifiesta que la razón de la negrura diablesca es el antiquísimo parentesco del negro con el mal.
De acuerdo con el testimonio de algunas brujas, el diablo tenía dos penes. Otras aseguran que tenía tres. Cuando tenía dos, metía uno por la vagina y el otro por el ano en el recto; y cuando tenía tres, metía el tercero por la boca de la copulanda.
Los penes diabólicos eran serpentiformes, puntiagudos, sinuosos, flexibles y culebreaban. Estaban cubiertos de escamas y erizados de púas. Podían ser de naturaleza córnea y también carniférreos, esto es, semicarnosos y semiférreos a un tiempo.

Respecto al tamaño, los estimados varían. Algunas mujeres consideraban gigantesco el miembro luciferino, detallando que era ni más ni menos que como un brazo. Otras decían que el instrumento satánico era mas bien pequeño. Pero en lo que sí había concordancia era en el carácter gélido de la verga demoníaca. Los brujos decían que las vaginas de los súcubos eran también heladas.
Dicho sea de paso, súcubo es el demonio que tiene comercio carnal con un varón bajo la apariencia de mujer; y se dice íncubo del demonio que tiene comercio carnal con una mujer bajo la apariencia de varón. 
El Diablo carecía de testículos y no producía semen. Sin embargo, eyaculaba en la copulación. El semen lo conseguía de varias maneras; por ejemplo, cuando en la unión coital era súcubo, o cuando aprovechaba el semen que desaprovechaban los masturbadores y los practicantes del coitus interruptus. Recogía igualmente el semen desperdiciado en las emisiones involuntarias nocturnas, mal llamadas “poluciones nocturnas”.
El coito con el Diablo era muy doloroso y casi todas las mujeres están de acuerdo al respecto. Sin embargo, pese al dolor, a veces inmenso, los acoplamientos con el Diablo no dejaban de producirse, lo cual resulta indicativo de que el dolor, antes que disuasivo, era aliciente.

Marco A. Denegri "La Funciòn de la Palabra"

"La cacosmia", por Marco Aurelio Denegri

La cacosmia es la perversión del sentido del olfato en cuya virtud resultan agradables los olores repugnantes. 


En el siglo XVI, en España, era tal el hedor de las calles, por el amontonamiento de basura, que la gente distinguida, la gente de viso y alcurnia iba por ellas oliendo una bota o borracha de ámbar, esto es, un odre con perfume delicado. Júzguese si no sería elegante y refinado semejante uso, que el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, no supo regalar cosa mejor a quienes le protegieron durante su destierro. En París, durante los siglos XVIII y XIX, el enmierdamiento callejero era impresionante. Hasta tal punto que el doctor Moreau llega a decir que había tanta mierda en el suelo, que éste ya no se veía. (Cf. A. Corbin,  El Perfume o el Miasma, 130, n. 13.) Y según Eberhard Rathgeb, en la capital del Imperio Alemán, en la década de 1870, el enmierdamiento callejero y la consiguiente pestilencia era lo normal. Lo curioso, en el caso de la España quinientista, es que la hediondez callejera no disgustaba al pueblo, el cual se había acostumbrado tanto a la inmundicia, que protestó vivamente cuando se limpiaron las calles.
La razón de ello es una perversión que en jerga médica se conoce con el nombre de cacosmia. Esta voz procede del griego kakós, malo, y osmé, olor. La cacosmia es la perversión del sentido del olfato en cuya virtud resultan agradables los olores repugnantes o fétidos. A un enfermo de cacosmia, a un cacósmico, le parece fragante lo pestilente y bienoliente y hasta delicioso lo excrementicio. Enrique IV de Castilla, monarca del siglo XV, padecía de cacosmia y por eso “amaba la pestilencia”, como dice su biógrafo Gregorio Marañón. Y el gran historiador Jules Michelet se deleitaba con el olor pestífero de las heces fecales. (En Francia se llegó a creer, en el siglo XIX, y no era creencia popular, sino de médicos y académicos, que el abuso de los perfumes, amén de ocasionar la histeria, la hipocondría y la melancolía, ocasionaba también la parosmia o alucinación olfatoria o percepción de olores inexistentes, y además la cacosmia, por cuya causa se percibían como buenos los malos olores. (Cf. Alain Corbin, El Perfume o el Miasma, 202.)
El hombre es el animal que defiende esforzadamente la basura y entre todos los animales que gustan de ella es el campeón, el que la consume y difunde con más ahínco y entusiasmo.
Unamuno decía que el hombre es el “animal guardamuertos”. Y es cierto. Pero yo agregaría que además es el animal embasurante y basuralizante por excelencia. Es un ser basuralicio. La basura lo atrae irresistiblemente y él se complace en ella con delectación y hasta con frenesí.
Marco Aurelio Denegri Santagadea es un intelectual, polígrafo, periodista y conductor de televisión peruano. Si bien destaca por sus trabajos en el campo de la sexología, también ha abordado la crítica literaria y la lingüística.